Vivimos en “la era de la madurez de los mercados”. Diariamente si os fijáis, recibimos estímulos constantes no sólo de anuncios que veamos en televisión, en Google, o en cualquier página web, sino de marcas que visualizamos de cualquier cosa que nos rodee: imágenes de carteles publicitarios, un logo en una prenda de vestir, un